La Ley de
Asociaciones de 1964 da una válvula de oxígeno a los movimientos
reivindicativos y comienzan a organizarse en los barrios asociaciones vecinales
para exigir derechos básicos como la vivienda, centros de salud, escuelas,
accesos, etc., permitiendo canalizar de alguna forma todo aquel descontento
ante la dictadura de Franco, en una época donde los partidos políticos y la
oposición al régimen estaban prohibidos y perseguidos.
Vecino de
Hortaleza en los años 70, José Ignacio, también conocido como Tato, nos cuenta
sus inicios en estos movimientos a través de Asociación Vecinal La Unión de
Hortaleza. Desde sus inicios donde las asociaciones alcanzan su máximo nivel de
desarrollo, hasta el comienzo de su decadencia, principios de los 80, donde los
nuevos canales institucionales de la democracia comienzan a desarticular y
desmovilizar todo aquello, que, como estos movimientos vecinales, se le escapa
de las manos, por su espontaneidad, participación y capacidad organizativa.