Robert entró en la cárcel a los 19 años, después de un año y
medio de estar encerrado nos cuenta como es la cárcel por dentro.
Nos deja perplejos la normalidad con la que nos narra el
funcionamiento del módulo de aislamiento, donde hay personas encerradas en una
celda 23 horas al día durante meses, y que en casos de crisis de ansiedad se
les llega a atar a la cama. O la "cunda", usar el traslado del preso
a otras comunidades autónomas como castigo psicológico, ya que los perjudicados
directos acaban siendo los familiares que se ven obligados a desplazarse
cientos de kilómetros para 40 minutos de visita.
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